sábado, 29 de noviembre de 2014

¡He sido yo!


El "Yo como objeto", o ego, suele apropiarse de los triunfos que nos da, a veces, el "Yo como experiencia" cuando se expresa este último, como es natural, a través del "Yo como agente".

Cuando el "Yo como agente" es impulsado por el "Yo como experiencia", cuando este último determina la conducta de aquél, podemos estar seguros que se trata de la expresión del verdadero yo.

Cuando se expresa el verdadero yo, invadiéndole a uno cierta energia luminosa acompañada de gozo, se suele mezclar con la vana e ilusoria creencia del ego de haber "vencido sobre el universo".

El "Yo como objeto", o ego, levanta los brazos, en señal de victoria, exclamando orgulloso: ¡He sido yo!

lunes, 24 de noviembre de 2014

De la vergüenza al despertar


Cuando uno se ha sentido una vergüenza, un estorbo, o inadecuado toda su vida, cuando se hace mayor, no es que sienta vergüenza por ser mayor, sino que se ve a sí mismo viejo porque se sigue sintiendo un estorbo.

Hay una cosa peor que estar viejo o incapacitado: el sentirse una vergüenza o un estorbo.

Éste es uno de los motivos por el que algunas personas pasan periodos de soledad.

Y es que al sentirse así, uno atrae un tipo especial de relaciónes a lo largo de la vida de las que, tarde o temprano, tiene que desprenderse.

La vida humana no es que no tenga sentido, es más bien que resulta difícil, a veces imposible, saber cuál es.

Después de una adecuada reflexión, junto con una adecuada desintoxicación social, se puede uno sentir bien, pero a continuación se suele presentar, de nuevo, un torrente mental, condicionado, generador de dolor, por lo que es conveniente tratar de seguir manteniéndose en la presencia, seguir creciendo en presencia.

Todos estos sentimientos negativos no llegan a desaparecer completamente sólo por la reflexión, sino por una transmutación a través de la presencia.

Lo esencial es llegar a comprender que lo importante no es lo que se está haciendo, o no haciendo, sino el estado de consciencia que se está viviendo.

Hay que tener en cuenta, sin embargo, que una ayuda, a través de alguna actividad, es necesaria, en ocasiones, para romper la inercia del disco rayado del pensamiento, el cual está siempre empeñado en afianzar un personaje.

El propósito de la vida humana sería el logro del mayor empequeñecimiento o distancia posible de ese personaje, generador de vergüenza, ("yo como objeto"), por medio de la presencia ("yo como experiencia")

lunes, 17 de noviembre de 2014

La incongruencia de Heidegger


Podemos entender la incongruencia de Heidegger entre su brillante filosofía y su comportamiento mezquino durante el nazismo, desde la luz que nos ofrece la distinción entre el "yo como experiencia" y el "yo como objeto" los cuales, ambos, en su caso, parece ser que estuvieron, desde que tuvo claro su mensaje en su libro "Ser y Tiempo", muy desarrollados.

Desarrollar el espíritu, o la consciencia del ser, no lleva, casi nunca, a una desaparición del ego; éste puede hacerse monstruoso, en cualquier caso, dependiendo de las circunstancias, oportunidades o tentaciones para un gran "yo como objeto", o ego, más o menos latente o adormecido.

Tal vez Heidegger fue simplemente un ser humano; un gran ser y un gran humano, con todas las miserias que esto último pudo, en su caso, llevar consigo.

El "yo como objeto", o ego, es la autoimagen junto con el autoconcepto e historia que contamos de nosotros mismos, y tiene un aspecto de "sensación de yo", separada del resto del mundo; la hinchazón de ese "yo", a través de la ira, rencor o deseos de venganza, junto con la voz permanente en la cabeza, expresión del pensamiento, que es a lo que podemos llamar la expresión del ego.

Puestos a aceptar, lo primero que habría que aceptar es el gran poder del ego; relacionado con él está la severa auto-crítica interna cuando las cosas no van bien y hay dificultades o limitaciones.

Aceptaremos que lo "fácil" es el conocimiento; otra cosa es poner en práctica la presencia, a lo que podríamos llamar sabiduría; y es precisamente ahí a donde queremos llegar; en realidad sólo podemos aspirar a estar en el camino.

La consciencia del ego siempre nos recordará que somos humanos pero además, y esto es lo más importante, también nos puede llevar a reflexionar lo suficiente para evitar todo el mal que el ego es capaz de producir.

Creo que ésta es la última lección que Hannah Arendt  podría haberle dado a su maestro.

viernes, 14 de noviembre de 2014

El mito de la sabiduría oriental


Estoy llegando a la conclusión que tanto en Oriente como en Occidente se ha realizado un gran esfuerzo, a lo largo de la Historia, para llegar a la verdad, a la iluminación, por decirlo de alguna manera.

No hay por qué pensar que en Oriente ha habido más casos de iluminación sólo porque parecen haber utilizado un lenguaje diferente y aparentemente más encaminado a alcanzar ese estado de conocimiento supremo o porque hayan desarrollado determinadas técnicas de meditación con el objetivo de llegar a él.

Hay diferentes caminos para alcanzar dicho conocimiento, algunos de ellos son la creatividad y la reflexión, a través de las cuales es posible llegar a un punto, sin palabras, por el que muchas personas han vivido algo a lo que, provisionalmente, podemos denominar iluminación.

Habría que ver cuántos artistas, filósofos y científicos en la Historia occidental la han alcanzado. Yo diría que bastantes más de los que tendemos a creer. En muchas ocasiones llegan a un punto en el que se dan cuenta de que tropiezan con lo inefable, como Wittgenstein, por poner un sólo ejemplo.

Otros caminos los han seguido los místicos en todas partes del mundo, llegando a ese estado de beatitud, sin necesidad de recurrir al lenguaje oriental ni a técnicas especiales de meditación.

Tenemos que reconocer que en muchas ocasiones se produce la iluminación de forma espontánea y no hay por qué creer que este fenómeno se dé con más frecuencia en Oriente que en Occidente.

No hay ningún método de meditación que pueda garantizar que practicándolo se llegue antes al despertar de la consciencia, en cambio sí podemos ver una relación directa entre experiencias vitales, como las experiencias cercanas a la muerte, reales o imaginarias, y un cambio transcendental en la persona.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

La comprensión básica


Conviene creer o, mejor aún, darse cuenta, que la autoimagen es una simple ilusión y descansar en la consciencia abierta o "yo como experiencia". Desde esa perspectiva, nada resulta imprescindible ni absolutamente repulsivo. Uno se va alejando de su dolor, de los tormentos emocionales producidos por la impermanencia y el autoodio.

El camino hacia el "despertar" consiste en afianzarse en una creencia, la cual con el tiempo se hace evidente: la de que no se existe como ente definido.

Creo que lo mejor es olvidarse de ese concepto de "despertar", que, en realidad, no es más que otra palabra más, una palabra que connota un estado deseado, algo a lo que llegar ¿y quién quiere llegar ahí? una vez más...el "yo como objeto" o ego...¡que no existe! Bueno, sí existe, pero como una pura convención social; es una ilusión conveniente, nada más.

Uno quiere que no le molesten, pero sería bueno ir más allá y que nada le molestara a uno porque no hay nadie a quien molestar; ésta es la comprensión básica.

martes, 11 de noviembre de 2014

Ausencia y culpa


Cuando uno está en casa, sin hacer nada, con la atención puesta en otro "mundo", tampoco parece posible mantener la atención en el presente de manera ininterrumpida, pero podemos considerar esta situación como una situación de estrés e intentar reducirlo tratando de recurrir, lo más posible, al momento presente dirigiendo la atención, sobre todo, a la sensación corporal interna y a la respiración.

Hay un momento de dolor cuando, de repente, uno se da cuenta de que no ha estado presente durante un buen rato. Éste es una buena oportunidad para hacerse consciente del crítico interno, de esa reacción de autorreproche, con todo su desdén y culpa, pero ¿quién ha estado ausente? Sólo se trata de la manifestación de ese crítico interno, expresión de autodesdén, incluso autoodio, a veces, cuando uno siente miedo o angustia.

Este es un tema importante porque es un generador de dolor en quien está tratando de crecer en presencia. Es lo que John Welwood denomina, superego espiritual.

Así pues, cuando uno ve que ha estado demasiado tiempo ausente y se siente culpable, puede uno aprovechar para darse cuenta de la tendencia al autorreproche motivada por los sentimientos de culpa tóxica y dejarlo fluir.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Nuestros hijos darán el siguiente paso

En mi generación nos hemos impregnado de la mentalidad de los existencialistas y el humanismo, más allá de esa actitud prepotente de quien intenta estudiar "científicamente" al ser humano. 
 
En la actualidad estamos tratando de ir un poco más allá y pretendemos liberarnos del pensamiento; el Ser no se deja atrapar por el intelecto.
 
Nuestra esencia se alcanza a través del crecimiento en presencia, del refuerzo del "Yo como consciencia plena", a través de un instalarse, lo más posible, en el aqui y en el ahora. Esa es la via regia hacia la actualización del verdadero yo; ese campo de potencialidades donde residen todos los dones y capacidades del ser humano, localizados en el siempre insondable "Yo como agente".

No sé cuál será el siguiente paso pero yo me conformo con dejar para la siguiente generación lo conseguido hasta el momento, o sea, el logro de una distancia, lo más amplia posible, con respecto a los automatismos mentales condicionados por el pasado, o sea, con respecto al "Yo como objeto" o ego.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Teoría primaria y teoría secundaria


Llamamos teoría primaria a aquella procedente de los argumentos, experiencias y estudios que nos indican que un ejercicio, acto o procedimiento es vital para conseguir algo.

También habría que incluir como teoría primaria a aquellos presupuestos en los que uno cree firmemente como capaces de ayudar al individuo a alcanzar algo fundamental y de máxima importancia a través de una actividad determinada.

Lo que más interesa a muchos es conseguir la paz interior y el desarrollo de sus potencialidades.

La teoría primaria, pues, más interesante sería aquella que tuviera una relación muy estrecha con la práctica de aquella actividad que sabemos que va a aportar mayor seguridad al individuo.

Sólo desde la seguridad se puede alcanzar cierta paz y se pueden desarrollar las potencialidades de manera espontánea.

Lo que vengo proponiendo, por los datos obtenidos y por mi plena confianza, es que es precisamente la presencia la que nos abre las puertas a un estado de consciencia que, no ignorando el sufrimiento, nos aleja de él.

Toda la teoría posterior tendrá que ver con la práctica de ese ejercicio; es a ésta a la que llamamos teoría secundaria.

Llega un momento en la vida en que uno tiene que leer el libro que le sale de dentro mientras mantiene su mente en silencio.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Presencia y despertar


Ya va siendo hora de distinguir entre, por una parte, los esfuerzos por mantenerse presente, los cuales resultan ser muy eficaces para elaborar, de forma saludable, las emociones negativas dolorosas y, por otra parte, el logro de un estado de consciencia libre de ego, a lo que se suele llamar normalmente despertar o iluminación.

Para conseguir esto último, hay quien opina, que no se pueda hacer nada. De todos modos es más probable alcanzar ese estado de consciencia, llamado despertar, practicando la presencia que no haciéndolo.

El sufrimiento provocado por el ego, o la vivencia de grandes pérdidas personales, puede ser un aliciente, en algunas personas, para que se produzca automaticamente la presencia permanente y se desprenda de gran parte del ego, de manera parecida a como lo haría alguien que está buscando el aire cuando se está ahogando.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

La ilusión de control


No debemos olvidar la investigación sobre la ilusión de control y su relación con lo que creemos que somos, un "Yo como objeto" o ego.

¿Quién abandona la ilusión de control, se desprende de su ego y se funde seguidamente con el Universo?

La instancia que realice esa operación tendrá que ser algo distinto al ego, ya que éste es tan ilusorio como la sensación de control.

Sería, pues, una actividad, una función del inconsciente "Yo como agente", a saber:

La disociación, o sea, una capacidad del foco de atención de la mente de adoptar una perspectiva distante con respecto al mundo, incluido uno mismo, o sea, incluido el "Yo como objeto" o ego.

Algunas veces uno disfruta de esta operación cerebral autónoma de disociación y levanta los brazos en señal de victoria por esa especie de logro, el cual es considerado como "personal".

Nos tomamos de forma personal todo lo que nos pasa y es que, como dice Carlos Castañeda, tenemos un sentido de la autoimportancia que nos hace perder mucha energia.

Toda esa autoimportancia es parte de lo que llamamos "Yo como objeto" o ego, por lo que distanciarnos de él es dejar que muera un poco esa ilusión, esa fuente de sufrimiento.

lunes, 3 de noviembre de 2014

La paradoja espiritual


Tenemos que distinguir entre la práctica de la presencia y el estado de consciencia que se pretende conseguir con dicha práctica.

Aqui hay una paradoja; por una parte la presencia se practica por sí misma, sin ánimo de situarse en ningún lugar futuro, pero, por otra, no es en sí misma la presencia lo que se pretende unicamente, sino un estado de consciencia libre.

Tal vez haya otros caminos para llegar al mismo estado mental: como el entrenamiento autógeno, otros tipos de meditación, aprovechamiento de ese mismo estado mental cuando se presenta de manera natural, la disociación producida por el sufrimiento y otros caminos que tendremos que considerar.

Alejarse de uno mismo, renunciar al control, desapego, aceptación del momento presente, identificación con la consciencia. Todo esto produce la paz y la seguridad a las que intentamos llegar con la práctica de la presencia o mindfulness.

Aunque hay que decir que, incluso, cuando ya se ha crecido mucho en presencia, el acceso a ese estado mental especial se encuentra más o menos cercano, dependiendo del estado mental de fondo. En estados mentales regresivos puede resultar imposible acceder a él.

En realidad la práctica de la presencia no sólo es la via regia hacia un estado de consciencia elevado, sino la mejor manera de eludir, sin necesidad de ninguna represión o negación, las emociones que podemos considerar negativas o dolorosas.

La paradoja consiste, pues, en que, mientras se practica la presencia, es aconsejable no esperar nada, mientras que, a la vez, se trata de una práctica que le conduce al individuo a un estado mental deseable.

domingo, 2 de noviembre de 2014

El fundamento sin fundamento de la vida


Sea cual sea la situación presente, sólo en este punto puede uno estar en consonancia con el fundamento sin fundamento de la vida y sustraer la paz del vacio total, de la inseguridad, de la aceptación de lo que es, sabiendo que lo que es, es un fluir de fenómenos más o menos agradables y un caminar sin "final feliz". Y sabiendo eso, sólo la instalación en el presente, el contacto con la vida misma, nos puede traer gozo y seguridad.

Lo cierto es que aunque la existencia de uno parezca ser feliz y la de otro infeliz, las dos circunstancias son temporales; acaban terminando ambas condiciones. El fundamento sin fundamento de la vida, su impermanencia, su falta de "final feliz", su provisionalidad se aplica a todo ser humano, por muy buenas condiciones que parezca tener.

Sin embargo es precisamente esa tristeza provocada por la cualidad insondable, transitoria y, a la vez, dulce de la existencia humana la que puede llevar a una plenitud del corazón cuando se abre uno a lo que es.

Mira qué maravilla de canción, donostiarra: "hay una grieta en todo, asi es como entra la luz..."

https://www.youtube.com/watch?v=JgQsjUds8Cs
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