viernes, 14 de noviembre de 2014

El mito de la sabiduría oriental


Estoy llegando a la conclusión que tanto en Oriente como en Occidente se ha realizado un gran esfuerzo, a lo largo de la Historia, para llegar a la verdad, a la iluminación, por decirlo de alguna manera.

No hay por qué pensar que en Oriente ha habido más casos de iluminación sólo porque parecen haber utilizado un lenguaje diferente y aparentemente más encaminado a alcanzar ese estado de conocimiento supremo o porque hayan desarrollado determinadas técnicas de meditación con el objetivo de llegar a él.

Hay diferentes caminos para alcanzar dicho conocimiento, algunos de ellos son la creatividad y la reflexión, a través de las cuales es posible llegar a un punto, sin palabras, por el que muchas personas han vivido algo a lo que, provisionalmente, podemos denominar iluminación.

Habría que ver cuántos artistas, filósofos y científicos en la Historia occidental la han alcanzado. Yo diría que bastantes más de los que tendemos a creer. En muchas ocasiones llegan a un punto en el que se dan cuenta de que tropiezan con lo inefable, como Wittgenstein, por poner un sólo ejemplo.

Otros caminos los han seguido los místicos en todas partes del mundo, llegando a ese estado de beatitud, sin necesidad de recurrir al lenguaje oriental ni a técnicas especiales de meditación.

Tenemos que reconocer que en muchas ocasiones se produce la iluminación de forma espontánea y no hay por qué creer que este fenómeno se dé con más frecuencia en Oriente que en Occidente.

No hay ningún método de meditación que pueda garantizar que practicándolo se llegue antes al despertar de la consciencia, en cambio sí podemos ver una relación directa entre experiencias vitales, como las experiencias cercanas a la muerte, reales o imaginarias, y un cambio transcendental en la persona.

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