domingo, 31 de agosto de 2014

El "Yo como experiencia" no tiene límites


Parece ser que la sensación de los límites del yo tienen que ver con el ámbito en el que creemos que actúa una cierta capacidad de control, " autoimagen y auto-concepto" y todo lo que es "mío".

Es de prever que si uno no siente que tiene capacidad de control sobre su ambiente, quedará reducida su sensación del yo a los fenómenos intrapsíquicos ("Yo como objeto", ego, pequeño yo)

Por el contrario, una persona que se ve capaz de influir en su medio ambiente gozará de mayor autoestima y sus límites del yo no serán tan rígidos como en el caso anterior y sus límites se establecerán a partir de una zona que se percibe como incontrolable.

Cuando no se goza de una buena autoestima se produce una necesidad de adquirir más y más de manera insaciable. Esta es una autoestima que depende de lo que vayamos logrando y no es duradera; por eso esta necesidad es insaciable.

Normalmente consideramos que "lo externo" es toda esa parte del Universo que percibimos como algo que no tenemos forma de controlar y la sentimos, por lo tanto, como amenazante.

El crecimiento en presencia sería un proceso a través del cual vamos incorporando a la sensación del yo un espacio cada vez mayor de Universo.

Al fin y al cabo, el Universo está ahí porque lo percibimos con nuestros sentidos y es la consciencia la que lo engloba en su totalidad, tanto las partes que creemos que controlamos como las que no.

Amar es sentir la unidad con todo (controlable e incontrolable). La identidad con todo, continente (consciencia) y contenido (el mundo siempre cambiante, deficitario, desafiante e insatisfactorio de los objetos)

Cuando uno se rinde al presente, de alguna forma quiere decir que se deja controlar, o que deja que sea el Universo quien controle su mente, y así puede identificarse con la totalidad, abarcando esa parte del Universo que no controla.

Su identidad queda expandida a todo el Universo.
 

sábado, 30 de agosto de 2014

¿A qué hemos venido?


El pequeño yo ("Yo como objeto") está diciendo casi constantemente: "no", al gran yo ("Yo como experiencia"); se resiste a él y prefiere, de momento, el sufrimiento que procede de él mismo.

El pequeño yo prefiere "controlar el mundo" a su manera y detesta tener que aceptarlo tal cual es. La vida proporciona displaceres inesperados, y entre esto y lo que hemos aprendido que hacen los demás, nos evadimos y sumergimos en nuestro pequeño mundo de imaginación, fantasía, pretensiones y dolor, pero también de control del mundo interno.

Una buena autoestima proporciona mayor apertura al "pequeño yo" y le deja unos límites menos rígidos con respecto los demás, se identifica más con el mundo circundante y con la gente que se va encontrando por el camino; aumenta el ámbito que cree que puede controlar.

Es una buena autoestima lo que hace a unas personas más afortunadas que otras, no lo que hayan conseguido en la vida, como el éxito, el triunfo, riqueza, fama y todas esas cosas que tanto codiciamos pensando que son las cosas que nos podrían hacer felices o redimirnos de la auto-condena.

En cualquier caso, una buena autoestima, al final, no sería suficiente, el despertar va más allá, el despertar nos prepara para la muerte y es a eso a lo que hemos venido, a aceptar la muerte para seguir viviendo.

viernes, 29 de agosto de 2014

Interesante descubrimiento el de Gershen Kaufman Ph.D.


Autor imagen: José Luis Ceña

"The tool for releasing shame is refocusing attention. By consciously, effortfully, refocusing attention back outside the self, trough sheer effort of will, shame is immediately released" (The Psychology of shame)

"La herramienta para liberar el sentimiento de vergüenza es la relocalización de la atención. A través de desviar el foco de atención, conscientemente, fuera del sentido del yo (y yo aclaro: del "pequeño yo"), por medio de un puro esfuerzo de voluntad, uno se libera inmediatamente de la vergüenza" (La Psicología de la vergüenza)

No cabe duda de que la forma en que lo plantea Kaufmann prescinde de esa visión de una presencia trancendente ante la que el "cuerpo dolor" (término creado por Eckhart Tolle para referirse al dolor acumulado del pasado) se transmuta, para describir esta útil maniobra como una simple herramienta a la que podemos recurrir cuando nuestro self se siente dolorosamente observado y criticado, sobre todo desde el subconsciente, reaccionando con culpa, vergüenza, miedo, ira, vulnerabilidad, desesperación, dolor, soledad, autodesdén etc.

Lo que aconseja Gershn Kaufmann es una desviación del foco de atención, desde el self egoico a la consciencia más amplia de la totalidad de las percepciones del momento presente.

Hay que añadir que un momento de reflexión ayuda para empezar a distanciarse de la experiencia, y llegar, de forma ideal, a una mayor identificación con la consciencia espaciosa y sin límtes y debilitar, al mismo tiempo, esa identificación con ese pequeño mundo de la autoimagen, historia personal, pensamientos y sentimientos asociados, que forman el "yo como objeto", yo ideal o ego, o lo que hemos llamado antes, el "pequeño yo", generador de todo ese autodesdén, desconfianza, y autocondena (la otra cara de la búsqueda de la gloria como lo denomina Karen Horney) que alberga el inconsciente de muchas personas.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Lo más importante es recordar lo esencial


Es importante recordar que a la paz interior de la quietud siempre le acompaña este mundo de objetos siempre cambiante, limitado y desafiante, o sea, insatisfactorio.

A veces conectamos de una forma poco segura, algo caótica y distante con un presente del que no llegamos, de momento, a experimentar ningun alivio; es una presencia desde la falta de presencia e incluso desde un estado de rechazo del presente como puede ser la disociación, esa huida tan radical. En este punto no se busca nada, sólo un intento de acercarse al presente en mitad de esa inseguidad cuasi caótica.

Tiene razón Jon Kabat-Zinn cuando dice que estar presente no tiene por qué gustar y yo añado que si no te gusta y reaccionas con aversión o te disocias no permites que la mala sensación fluya.

Tal vez haya que contar, al final, con la capacidad limitada para recordar donde se encuentra la verdad absoluta una vez encontrada...esa dimensión desde la que todo es más soportable y desde la que no hay necesidad de apegarse a nada, ni bueno ni malo.

jueves, 21 de agosto de 2014

¿Cometió usted un error en el pasado?


Haya hecho o dicho, o dejado de hacer, lo que sea en el pasado, o en este momento, incluidos todos los errores y estupideces, deja de tener importancia cuando recobra usted la consciencia y se pone en contacto con el ser, consigo mismo, con el eterno espacio por el que se van desplegando las distintas formas del continuo presente donde reside permanentemente el "Yo como experiencia".

Lo mismo se aplica a todo aquello que le hayan podido hacer a usted con anterioridad; todo deja de existir en el momento en que su consciencia le permite ponerse en contacto con quien verdaderamente es y comprueba que su espacio se mantiene íntegro. 

Para sentir ese espacio, es decir, lo que usted verdaderamente es, es condición indispensable que permita que el momento presente sea tal cual es, es decir, que acepte los fenómenos que se van presentando en el aqui y ahora, incluidos los autorreporches y emociones disfóricas que serían como nubes a las que dejamos pasar.

Esta es la única manera de que uno pueda sentir que es, en toda su profundidad, el "Yo como experiencia", su verdadera identidad, la luz que hay que encender en vez de luchar contra la oscuridad.

viernes, 8 de agosto de 2014

La última lección


Estar preparado para que "tu propio" cuerpo te abandone definitivamente.

Es normal que todo vaya cambiando; nos abandonan las situaciones, circunstancias, condiciones, etapas, personas....continuo cambio y "abandonos" que nos tomamos por la tremenda y pensamos que como "no tendrian que haber ocurrido" algo malo o vergonzoso habremos hecho.

¡Pero si nos va a acabar abandonando nuestro propio ego! ¡incluso este cuerpo en el que se halla prisionero lo que verdaderamente somos!

miércoles, 6 de agosto de 2014

Cuando no se puede estar presente


Cuando hay autorreproche, fijación en el sufrimiento, desesperación, miedo etc es que hay una profunda infelicidad.

¿Cómo puede uno rendirse ante ella, o aceptala?

La técnica más eficaz:

Cuando se está intensamente presente los procesos de identificación pueden ser dirigidos hacia la consciencia, el testigo de las percepciones globales que se van teniendo en el momento en el que uno está viviendo.

Efectivamente, el problema es que el estado de consciencia se centra en el dolor, enfado, o infelicidad en general y se pierde la perspectiva propia de la consciencia espaciosa.

El preguntarse el por qué del sentimiento doloroso sería, en la mayor parte de los casos, desviar la atención de lo que verdaderamente importa, o sea, de la pérdida de la libertad de la consciencia que ha sido secuestrada por el estado mental particular.

El hecho de indagar en las causas puede convertirse en una prolongación del tiempo en el que la consciencia se halla cautiva.

Está claro que hay mucha diferencia entre dirigir la atención a los fenómenos de la mente, pensamientos y emociones, todo ello pasajero, hasta efímero, o por el contrario dirigirla hacia la consciencia misma que recibe una información espaciosa de todo el Universo.

Verdaderamente es una prisión para la consciencia el estar pegada a esas cosas pequeñas de la mente en vez de fluir libre e inmutable, tal cual es su naturaleza.

Sin embargo, hay un punto de verdadera impotencia en el que uno debe de admitir que el tirón gravitacional de la atención, en el sentido de dejar cautiva a la consciencia en ese mundo pequeño de la mente, es inevitable.

Parece que se trata de un tipo de disociación que le impediría al individuo mantenerse plenamente presente, de momento.

El término disociación describe una amplia variedad de experiencias que pueden ir desde un leve distanciamiento del ambiente circundante hasta distanciamientos más graves de la experiencia física y emocional. La principal característica de todos los fenómenos disociativos consiste en el distanciamiento de la realidad.

El momento crítico es el momento del "despertar" de dicha disociación. Ese suele ser un momento de gran reproche, practicamente de autoodio o de autocondena y lo peor, peor que el tiempo de haber estado disociado, es quedarse pegado a esos sentimientos de cruel autorreproche. Es necesario, sin negarlos, dejarlos fluir.

martes, 5 de agosto de 2014

Vergüenza


¿Vergüenza? tal vez lo mejor es no poner ningún nombre y estar simplemente con lo que realmente se siente. La consciencia o, dicho de otra manera, el amor irá erosionando todo lo que proceda del ego; todo el sufrimiento, la vergüenza, el autoodio y la autocondena proceden del ego, de la cara negativa del ego.

Es importante darse cuenta, sin embargo, de cómo, en el esfuerzo compulsivo del individuo por mantenerse presente, puede ocultarse, en la sombra, el deseo del "Yo como objeto" o ego por alcanzar un estado de consciencia "perfecto"", capaz de compensar los sentimientos de vergüenza o, simplemente, de satisfacer los deseos de vindicación propios del resentimiento de una identidad de víctima.

Es como si el ego le hiciera una llave de judo a los esfuerzos del practicante por mantenerse presente, haciendo que la presencia se vuelva compulsiva, con lo que habiéndolo logrado, se convierte ésta de nuevo en pensamiento compulsivo, el tipo de pensamiento propio del ego, yo ideal o "Yo como objeto"

Cuando se sospeche la influencia insidiosa del ego es conveniente sacarlo a la luz, hacerle consciente, para después volverlo a cegar con la luz de la consciencia espaciosa, aunque es posible que el tirón gravitacional hacia el pensamiento, de momento, llegue a ser superior que la voluntad para mantenerse presente.

Esto último es probable que sea uno de los motivos de esa dinámica de altibajos propia del preceso de avance personal.

lunes, 4 de agosto de 2014

El verdadero crecimiento


Una cosa es aprender a alcanzar o satisfacer las metas o deseos, bien a través de PNL, coaching, la práctica de la ley de la atracción, el poder de la intención u otros medios y otra es crecer en presencia, dejando de lado los deseos conscientes cuya única función sería, en muchas ocasiones, la de alimentar el ego.

Crecer en presencia supone ponerse en manos del desarrollo espontáneo o tendencia natural a la actualización de los propios dones o potencialidades.

Una interesante potencialidad tal vez sea el reconocer las propias limitaciónes y aceptarlas.

Este reconocimiento de las propias limitaciones, sin embargo, suele ser también un revés en el proceso de actualización del verdadero yo, en la medida en que la consciencia de éstas suele dar lugar a una repercusión o retroceso, toda vez que produce una herida en el ego, en ese yo ideal al que llamamos "Yo como objeto", el cual forma la propia autoimagen y autoconcepto y lucha por sobrevivir.

Otro obstáculo se halla en el síndrome de abstinencia a que da lugar la renuncia al pensamiento, imaginación o ensoñaciones, todo lo cual le ha servido, toda la vida, al individuo para ir tirando; a su vez, lo que lo hace aún más desafiante es que al síndrome de abstinencia se añade una sensación de descontrol, ya que, al dejar de interpretar, juzgar o darle vueltas a algo, tendemos a pensar que ya no vamos a saber afrontar la realidad, lo cual demuestra el carácter compulsivo de los pensamientos.

Las dudas a que dan lugar todos estos obstáculos refuerzan la resistencia al crecimiento en presencia.

El propósito fundamental sería crecer en presencia, el llegar a darse uno cuenta de que...:

-Cuando se está intensamente presente los procesos de identificación se dirigen hacia el receptor de las percepciones globales que se van teniendo en el momento en el que uno está viviendo.
Este receptor, la consciencia misma, no puede ser reducido ni ampliado; no habría lugar ni para el miedo ni para el deseo, propios de la identidad basada en el "Yo como objeto" o ego.

-Lo mismo que soy consciente de un pensamiento, soy consciente de ese árbol que veo en frente. Lo importante no es el pensamiento ni el árbol, sino la consciencia que sustenta a ambos, y es a esto a lo que llamamos "Yo como experiencia"; en alimentar esto último, consistiría, pues, el verdadero crecimiento.

Creo que la famosa metáfora de los dos lobos puede ilustrar lo que quiero decir:

Un viejo cacique de una tribu estaba teniendo una charla con sus nietos acerca de la vida. Él les dijo:
“¡Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí!… ¡es entre dos lobos!
Uno de los lobos es maldadtemor, ira, envidia, dolor, rencor, avaricia, arrogancia, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, orgullo, egolatría, competencia, superioridad.
El otro es Bondad, Alegria, Paz, AmorEsperanza, Serenidad, Humildad, Dulzura, Generosidad, Benevolencia, Amistad, Empatía, Verdad, Compasión y Fe.
Esta misma pelea está ocurriendo dentro de vosotros y dentro de todos los seres de la Tierra".
Lo pensaron por un minuto y uno de los niños le preguntó a su abuelo: “¿Y cuál de los lobos crees que ganará, abuelo?”

El viejo cacique respondió, simplemente…
“El que alimentes.”

domingo, 3 de agosto de 2014

"Yo soy el presente, la vida"


-(Yo como objeto) "Me has dicho que eres más importante que todas las cosas y condiciones de vida, las cuales sólo tienen una importancia relativa, pero..."
"¿Eres más importante que yo?"

-(Yo como experiencia) "Sí, porque tú hablas desde la forma y yo hablo desde lo que no tiene forma. Todas las formas tarde o temprano desaparecen; yo permanezco; yo soy testigo de la impermanencia"
"Tú eres el habla, nada más, y yo soy la expresión de lo único que existe; el presente, la vida"


¿Pero qué es el presente?

En todo caso existe una impresión de lo que es contactar con lo que llamamos el ahora y de tomar consciencia, a su vez, de los sentimientos que evoca.

Si los sentimientos que evoca son provocadores de aversión es que no nos enseñaron la primera lección. No nos enseñaron quienes somos, no nos enseñaron lo que es la vida.

sábado, 2 de agosto de 2014

"Ama y haz lo que quieras"


Yo expresaría esta cita de San Agustín de la siguiente manera: "Sé tú mismo y haz lo que quieras"

"Cuando miras un árbol y percibes su quietud, tú mismo te aquietas. Conectas con él a un nivel muy profundo. Te sientes unido a cualquier cosa que percibes en y a través de la quietud. Sentir la unidad de ti mismo con todas las cosas es verdadero amor" (Ekhart Tolle)

Puedes no hacer nada, aburrirte, enfadarte o cometer un error, pero si amas o, lo que es lo mismo, si estás en contacto con la quietud, con lo que eres de verdad, todo está bien.

La puerta de entrada a la quietud es la consciencia del momento que se está viviendo, es instalarse en el "Yo como experiencia", es rendirse a la vida, tal y como se presenta.

Podría interpretarse, bajo esta luz, el famoso poema del sabio sufí, Rumí "La casa de huéspedes":

El ser humano es similar a una casa de huéspedes.
Cada día llega alguien nuevo a su puerta: una alegría, una decepción, algo difícil o doloroso se presentarán como visitantes inesperados.
Dales la bienvenida y acógelos a todos ellos,
incluso si son un grupo de penas que desvalija completamente tu casa.

Trata a cada huésped honorablemente pues
podría estar haciendo espacio para una nueva delicia.

El pensamiento oscuro, la vergüenza, lo malvado,
recíbelos en tu puerta sonriendo e invítalos a entrar.

Agradece a todos los que vengan
pues se puede decir de ellos que han sido enviados
como guias desde el mas allá.

viernes, 1 de agosto de 2014

¿Somos seres no duales?


Para poder dar una respuesta a esta pregunta, tal vez debamos preguntarnos...

¿Cómo ve el bebé el mundo antes de ser capaz de señalarse a sí mismo?

El bebé puede reconocerse en el espejo, y con júbilo, alrededor de los 18 meses, antes de utilizar el lenguaje, cuando aún no se ha identificado completamente con su nombre asociándolo a la palabra mágica "yo".

Por cierto, ha podido ser demostrado, por otra parte, que un chimpancé también puede llegar a ser capaz de identificarse en un espejo.

https://www.youtube.com/watch?v=pNqirOJ5qAw

Éstos ven el mundo antes de poder comprender y utilizar el lenguaje, por lo que si perciben diferentes cosas (amables-amenazantes) no lo hacen porque las separen por conceptos. Tiene un sentido del yo, no conceptual, vivencial, enraizado en el cuerpo, el sentido del yo de un ser vivo con instinto de supervivencia.

Un organismo que está programado biológicamente para la supervivencia, tiene que ser necesariamente dual con respecto a todo aquello que le ponga en peligro.

Somos un proceso, una potencia, un espacio relativamente limitado, con instinto de supervivencia y en el caso de los seres humanos, con dones por desarrollar; y somos todo eso, desde que fuimos concebidos hasta la muerte.

Tenemos que ir considerando la noción de que somos alguien, vistos desde fuera, desde una observación, podriamos llamar, científica, pero incognoscible para nosotros mismos.

Esta es la base del concepto del "Yo como agente", ese innegable "organismo cuerpo-mente", movido, bien por el ego, o por las tendencias naturales a la actualización de sus dones y potencialidades.
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