lunes, 20 de febrero de 2012

¿ Y la sociedad del ocio ?

Recuerdo que en mis primeros años de Universidad, decidí aprovechar un poco más el tiempo y me matriculé en la Facultad de Sociologia hambriento de ciertos conocimientos que la carrera que estaba cursando no me proporcionaba.

En fin, el caso es que sólo asistí a los primeros cursos, hay que ver lo optimista que yo me sentia respecto a mis capacidades académicas...

Pues verán ustedes, en aquellos años se hablaba en Sociología de la futura sociedad del ocio; la sociedad del ocio se nos echaba encima de un momento a otro.

No sé qué es lo que pasó con aquellas ideas; parece que han desaparecido del mapa y lo que ahora toca, vamos, lo que siempre tocó, es trabajar y trabajar.

¿No podemos darle un poco de prestigio al dolce far niente?

No nos hace sufrir ganar poco, lo que nos duele es que otros ganen más, y así no hay manera de que nos vayamos acostumbrando a no hacer nada; con poco dinero, sí, pero entregados al ocio, como se decia en aquellos tiempos.

¿No sabian que todo aquello que nos hace felices es gratis?

Venga, hombre, estamos enfermos de codicia; no sólo es la crisis, es nuestra naturaleza insaciable y codiciosa.

¿Se muere alguien de hambre en España? ¿no?

Pues en otras zonas del mundo sí, oigan.

Hacen falta medidas, sí, pero medidas más profundas que nos saquen de la sempiterna naturaleza humana que arrastramos desde la expulsión del Paraiso.

Y todo esto no quita para reconocer y respetar el dolor de todas aquellas personas que se están enfrentando a cambios sociales, económicos y personales; pérdidas, desorientación, desesperación...

Tal vez debamos reconocer que los abusos, injusticia, corrupción etc es una cuestión más bien estructural que personal.

No, señores, no me lo interpreten con frivolidad.

Es sólo una reflexión que creo que merece la pena.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Nada puede quebrar el espíritu

Asi, deslizándonos a lo largo del día.

Entre disgusto y placer, sueño y despertar...

Temores e ilusiones tropezándose entre sí.

Un vacio omnipresente tartándo de negarse así mismo.

Cuánta energia, esfuerzo y empeño neuronal para taparlo.

¿Problemas? pues claro; no son tiempos de negar el caos y oscuridad que se extienden por el mundo.

Pero todos sabemos que ahí, muy dentro en el pecho, llevamos una llama sempiterna.

Llama también olvidada, negada y maltratada

Lo vanal intenta despojarnos de la única verdad.

Una verdad que palpita tanto en tiempos de crisis como de abundancia.

Nada puede despojarnos de la libertad; por mucho que construyan campos de concentración.

Tal vez esté a punto de decir una barbaridad, pero...¿no se han dado cuenta? esas figuras depauperadas, esqueléticas, más cerca de la muerte que de la vida de todas esas figuras de los campos de concentración nazi irradian una paz y una sabiduria muy superior a esas estúpidas expresiones de autocomplacencia, prepotencia y gravedad de los responsables de tanta atrocidad.

No tener nada...tal vez sea eso lo que vengamos necesitando. Nada donde poner nuestra vanidad, orgullo, prepotencia e ilusión de ser algo sólido e importante.

¿He dicho nada? de eso nada, somos en todo caso lo más importante; el espíritu; lo que somos.
 
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