lunes, 3 de noviembre de 2014

La paradoja espiritual


Tenemos que distinguir entre la práctica de la presencia y el estado de consciencia que se pretende conseguir con dicha práctica.

Aqui hay una paradoja; por una parte la presencia se practica por sí misma, sin ánimo de situarse en ningún lugar futuro, pero, por otra, no es en sí misma la presencia lo que se pretende unicamente, sino un estado de consciencia libre.

Tal vez haya otros caminos para llegar al mismo estado mental: como el entrenamiento autógeno, otros tipos de meditación, aprovechamiento de ese mismo estado mental cuando se presenta de manera natural, la disociación producida por el sufrimiento y otros caminos que tendremos que considerar.

Alejarse de uno mismo, renunciar al control, desapego, aceptación del momento presente, identificación con la consciencia. Todo esto produce la paz y la seguridad a las que intentamos llegar con la práctica de la presencia o mindfulness.

Aunque hay que decir que, incluso, cuando ya se ha crecido mucho en presencia, el acceso a ese estado mental especial se encuentra más o menos cercano, dependiendo del estado mental de fondo. En estados mentales regresivos puede resultar imposible acceder a él.

En realidad la práctica de la presencia no sólo es la via regia hacia un estado de consciencia elevado, sino la mejor manera de eludir, sin necesidad de ninguna represión o negación, las emociones que podemos considerar negativas o dolorosas.

La paradoja consiste, pues, en que, mientras se practica la presencia, es aconsejable no esperar nada, mientras que, a la vez, se trata de una práctica que le conduce al individuo a un estado mental deseable.

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