Hoy me he despertado con un sueño.
He soñado en que un día todos los seres humanos nos daremos cuenta de que aquí nadie tiene la culpa de nada. De que estamos todos tan determinados, que la idea de elegir es ilusoria.
Nos viene impuesto el ambiente en el que nacemos, la familia que tenemos, un sistema nervioso (su hardware), que es el que es, y con él nos morimos. Y hasta nuestra historia está escrita, dados unos condicionantes inimaginables, que nos van dejando engramas que influyen contundentemente en nuestras decisiones, por muy personales que creamos que éstas fueran.
Nos damos cuenta de que el libre albedrío no existe. Que es solo una ilusión de nuestro cerebro.
Nos hacemos conscientes de que estamos todos condenados al dolor, inermes ante él. De que solo podemos oponerle ilusiones efímeras, las cuales no hacen más que complicar aún más el dolor básico con el que nos ha tocado vivir.
Bueno, pues en mi sueño ocurre algo milagroso.
En vista de todo esto, se erradica la culpabilización del planeta.
Cada uno se hace cargo del dolor que le ha tocado y no tiene necesidad de expulsarlo a través de culpar a los demás, haciendo que estos sufran aún más de lo que les ha tocado a su vez.
Dejamos de echarnos el dolor los unos a los otros como si fuera una patata caliente.
Y he aquí el milagro. Llegado a este punto la Humanidad cambia radicalmente y, lo que antes era un dolor insoportable, se convierte en un motor de perfección. Nace la Compasión y tenemos fuerzas para aliviarnos los unos a los otros.
Lo que antes era orgullo de fortaleza, se comprende que no era más que un medio para que otros carguen con la propia debilidad.
Lo que antes era orgullo de control, se comprende que no era más que un medio para que otros sufran la angustia del propio descontrol.
Ya no se valoran la fuerza y el control sobre los demás. Se ven estos valores como profundamente equivocados y negativos, no solo para los demás, sino para los que hasta ahora se han valido de estas artimañas, para no hacerse cargo de sus propias miserias.
El valor de la compasión y la ayuda al prójimo se hacen preponderantes y comienza de nuevo la Historia...
No me digan que no es un sueño hermoso...