miércoles, 6 de agosto de 2014

Cuando no se puede estar presente


Cuando hay autorreproche, fijación en el sufrimiento, desesperación, miedo etc es que hay una profunda infelicidad.

¿Cómo puede uno rendirse ante ella, o aceptala?

La técnica más eficaz:

Cuando se está intensamente presente los procesos de identificación pueden ser dirigidos hacia la consciencia, el testigo de las percepciones globales que se van teniendo en el momento en el que uno está viviendo.

Efectivamente, el problema es que el estado de consciencia se centra en el dolor, enfado, o infelicidad en general y se pierde la perspectiva propia de la consciencia espaciosa.

El preguntarse el por qué del sentimiento doloroso sería, en la mayor parte de los casos, desviar la atención de lo que verdaderamente importa, o sea, de la pérdida de la libertad de la consciencia que ha sido secuestrada por el estado mental particular.

El hecho de indagar en las causas puede convertirse en una prolongación del tiempo en el que la consciencia se halla cautiva.

Está claro que hay mucha diferencia entre dirigir la atención a los fenómenos de la mente, pensamientos y emociones, todo ello pasajero, hasta efímero, o por el contrario dirigirla hacia la consciencia misma que recibe una información espaciosa de todo el Universo.

Verdaderamente es una prisión para la consciencia el estar pegada a esas cosas pequeñas de la mente en vez de fluir libre e inmutable, tal cual es su naturaleza.

Sin embargo, hay un punto de verdadera impotencia en el que uno debe de admitir que el tirón gravitacional de la atención, en el sentido de dejar cautiva a la consciencia en ese mundo pequeño de la mente, es inevitable.

Parece que se trata de un tipo de disociación que le impediría al individuo mantenerse plenamente presente, de momento.

El término disociación describe una amplia variedad de experiencias que pueden ir desde un leve distanciamiento del ambiente circundante hasta distanciamientos más graves de la experiencia física y emocional. La principal característica de todos los fenómenos disociativos consiste en el distanciamiento de la realidad.

El momento crítico es el momento del "despertar" de dicha disociación. Ese suele ser un momento de gran reproche, practicamente de autoodio o de autocondena y lo peor, peor que el tiempo de haber estado disociado, es quedarse pegado a esos sentimientos de cruel autorreproche. Es necesario, sin negarlos, dejarlos fluir.

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