lunes, 4 de agosto de 2014

El verdadero crecimiento


Una cosa es aprender a alcanzar o satisfacer las metas o deseos, bien a través de PNL, coaching, la práctica de la ley de la atracción, el poder de la intención u otros medios y otra es crecer en presencia, dejando de lado los deseos conscientes cuya única función sería, en muchas ocasiones, la de alimentar el ego.

Crecer en presencia supone ponerse en manos del desarrollo espontáneo o tendencia natural a la actualización de los propios dones o potencialidades.

Una interesante potencialidad tal vez sea el reconocer las propias limitaciónes y aceptarlas.

Este reconocimiento de las propias limitaciones, sin embargo, suele ser también un revés en el proceso de actualización del verdadero yo, en la medida en que la consciencia de éstas suele dar lugar a una repercusión o retroceso, toda vez que produce una herida en el ego, en ese yo ideal al que llamamos "Yo como objeto", el cual forma la propia autoimagen y autoconcepto y lucha por sobrevivir.

Otro obstáculo se halla en el síndrome de abstinencia a que da lugar la renuncia al pensamiento, imaginación o ensoñaciones, todo lo cual le ha servido, toda la vida, al individuo para ir tirando; a su vez, lo que lo hace aún más desafiante es que al síndrome de abstinencia se añade una sensación de descontrol, ya que, al dejar de interpretar, juzgar o darle vueltas a algo, tendemos a pensar que ya no vamos a saber afrontar la realidad, lo cual demuestra el carácter compulsivo de los pensamientos.

Las dudas a que dan lugar todos estos obstáculos refuerzan la resistencia al crecimiento en presencia.

El propósito fundamental sería crecer en presencia, el llegar a darse uno cuenta de que...:

-Cuando se está intensamente presente los procesos de identificación se dirigen hacia el receptor de las percepciones globales que se van teniendo en el momento en el que uno está viviendo.
Este receptor, la consciencia misma, no puede ser reducido ni ampliado; no habría lugar ni para el miedo ni para el deseo, propios de la identidad basada en el "Yo como objeto" o ego.

-Lo mismo que soy consciente de un pensamiento, soy consciente de ese árbol que veo en frente. Lo importante no es el pensamiento ni el árbol, sino la consciencia que sustenta a ambos, y es a esto a lo que llamamos "Yo como experiencia"; en alimentar esto último, consistiría, pues, el verdadero crecimiento.

Creo que la famosa metáfora de los dos lobos puede ilustrar lo que quiero decir:

Un viejo cacique de una tribu estaba teniendo una charla con sus nietos acerca de la vida. Él les dijo:
“¡Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí!… ¡es entre dos lobos!
Uno de los lobos es maldadtemor, ira, envidia, dolor, rencor, avaricia, arrogancia, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, orgullo, egolatría, competencia, superioridad.
El otro es Bondad, Alegria, Paz, AmorEsperanza, Serenidad, Humildad, Dulzura, Generosidad, Benevolencia, Amistad, Empatía, Verdad, Compasión y Fe.
Esta misma pelea está ocurriendo dentro de vosotros y dentro de todos los seres de la Tierra".
Lo pensaron por un minuto y uno de los niños le preguntó a su abuelo: “¿Y cuál de los lobos crees que ganará, abuelo?”

El viejo cacique respondió, simplemente…
“El que alimentes.”

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