Abrir los ojos a lo sagrado en los demás

La espiritualidad puede ser entendida como una experiencia particular, a través de la cual se produce un cambio de identidad desde lo imaginario a lo real, desde lo deseado a lo que es (la experiencia directa, la experiencia inmediata de uno mismo).

El crecimiento espiritual da lugar a una autosuficiencia moral y personal que repercute de forma favorable para el individuo.

Esta es la esencia de la espiritualidad, una identificación con lo que a veces se denomina alma.

Es llegar a ver más allá de la forma en ti y en los demás; es dirigir la atención al "yo como experiencia", el cual, en esencia, es el mismo en todos.

Siempre nos han enseñado que somos alguien que tiene consciencia, pero, en realidad, somos consciencia que contiene una forma, la nuestra, el "yo como agente" de la que nadie es responsable (belleza, género, edad etc.), el cual contiene, a su vez, un ego con sus autoimagenes, autoconceptos y formas de comportamiento congruentes con éstos ("yo como objeto").

Teniendo esto en mente, y experimentándolo, puede cambiarnos la vida.

Sin embargo, seguro que las expectativas son muy superiores a las capacidades reales. El ego, siempre deseando triunfar y temiendo fracasar.

Cuando aparece la depresión a lo largo del proceso, ni siquiera se sabe, con seguridad, si es progresiva o regresiva; hasta duda uno de si existe alguna diferencia entre las dos.

La falta de confianza en uno mismo, el miedo, el resentimiento y las dudas tampoco ayudan.

Seguiremos optando por la presencia, sin tener ni idea de para qué, ni si se avanza o no se avanza en algún sentido.

En todo caso, si quieres verte a ti mismo como esencia, empieza viendo esa esencia en los demás.

El proyecto es ahora un cambio de identidad de un ego imaginario a la pura presencia, pero el cambio de identidad de uno conlleva una nueva forma de ver a los demás.