viernes, 10 de julio de 2015

La iluminación es una experiencia cotidiana


Los tres prejuicios de la iluminación son: es algo extraordinario, va a producir un gran gozo y es practicamente inalcanzable.

Pero, en realidad, es sólo una experiencia que se puede alcanzar, por ejemplo: al encenderse la luces de un cine al terminar una película; ante un estímullo inesperado; en momentos de estar en babia; cuando uno deja de pensar; o al percibirse uno a sí mismo, como una consciencia que observa, después de haber dejado de identificarse con la imagen que ve en el espejo.

Va progresando espiritualmente quien entiende la experiencia, a la cual podemos llamar presencia, y opta por ella en cuanto tiene oportunidad.

Intentemos ver más allá de la forma en nosotros y en los demás.

Teniendo esto en mente, y experimentándolo, puede cambiar la vida de quien se desliza hacia ese más profundo y verdadero sentido de identidad.

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