domingo, 12 de octubre de 2014

Más allá de la vergüenza


Necesitamos darnos cuenta de nuestra propia vergüenza para empezar a disolverla, para ello es necesario exponerse a ella y aceptarla sin temor ni tristeza.

La vergüenza disminuye a la luz de las relaciones que no la generan. Tal vez la soledad sea un desierto inevitable, por un tiempo, para aquellos que se quieran liberar de antiguas relaciones tóxicas.

Es fundamental darse cuenta de que nadie es mejor ni peor que nadie. Todos somos en el fondo consciencia pura, un "yo como experiencia", un trocito de consciencia universal al que también podemos llamar  "Presencia".

En cualquier caso, pongamos el nombre que pongamos a lo que somos en lo más profundo, no servirá más que para indicar el espacio en el que se desenvuelve el "yo como objeto" o Ego, y ese espacio... no se puede denominar realmente, solo se puede vivir, es el espacio donde se presenta el "yo avergonzado", es la Presencia misma que está más allá de la propia auto-imagen, incluso más allá de cualquier imagen, pensamiento, emoción, sensación o percepción.

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