martes, 22 de julio de 2014

Mindfulness ¿Cuestión de fe?


Una creencia puede ser reconfortante, pero sólo cuando la experimentas llega a ser liberadora (Eckhart Tolle)

¿Tal vez en estado obsesivo no se puede experimentar una presencia, suficientemente intensa, y por eso se pierde la fe en ella?

Estar bajo un estado obsesivo viene a significar que el ego campa a sus anchas en mitad de una gran impotencia y desesperación. De esta manera se pueden introducir en la mente dudas sobre la efectividad de vivir el presente como medio de establecer contacto con el yo verdadero o "Yo como experiencia"

Establecer un contacto consistente con el yo verdadero supone un cambio a una nueva dimensión de identidad, la cual nos trae la paz, la alegria del ser, la creatividad, el amor, el desarrollo de nuestros dones y la inclusión en un mundo más amable.

Todo esto parece ser inalcanzable para aquel, perdido en el ego, cuando afronta un desafio que pone a sus emociones "fuera de control" y le arrastra violentamente a una repercusión propia del proceso.

Uno siente que se ha quedado irremediablemente pegado a su "Yo como objeto", es decir, a los pensamientos-sentimientos reactivos que conforman el ego, por lo que la consciencia espaciosa, o "Yo como experiencia" se pierde de vista, impidiendo de esa manera una identificación con lo esencial.

Todo esto puede ocurrir cuando el individuo se enfrenta a un desafio que le supera y se encuentra con sus limitaciones. Esta es una de las circunstancias que describe Karen Horney como precipitante de una repercusión.

"Cuando se ve presa de la repercusión, el paciente, naturalmente, no sabe lo que ocurre. Sencillamente piensa que está peor. Se siente desesperado. ¿Quizas fue ilusoria su mejoría? ¿Quizás estaba demasiado enfermo para curarse? Puede tener impulsos fugaces y dejar el análisis (en el caso que nos ocupa sería el abandono de la presencia) pensamientos que antes no ha tenido, ni siquiera en los periodos de turbación. Se siente desconcertado, desanimado, decepcionado" (Karen Horney)

Asi que uno se vive, a sí mismo, como la experiencia mental que está viviendo, ciego a la vez al espacio en el que ésta tiene lugar, espacio en el que se encuentra el verdadero yo.

Esta imposibisidad episódica de salir de los pensamientos que tratan de controlar la situación, inesperada y difícil, es lo que daría lugar a un desánimo y una falta de fe en la efectividad de la práctica de la presencia o mindfulness.

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