lunes, 21 de julio de 2014

Equilibrio entre el "Yo como consciencia plena" y el "mundo de los objetos"


Desenfoca la atención e instala tu identidad en la atención misma. Desenfoca tu atención cuando te estés mirando al espejo. Si quieres estar en contacto con la consciencia misma libérala de todo apego, hazla espaciosa. De esa manera se consigue el equilibrio viviendo entre el mundo de la forma y el espacio que la contiene, que no tiene forma, que no tiene límites.

¿Cómo se puede señalar algo que no tiene forma? la única manera es haciendo referencia a la esencia de uno mismo, inmutable con el tiempo; dándose cuenta del espacio donde tienen lugar todas las percepciones; dándose cuenta de la consciencia liberada de toda fijación ("Yo como consciencia plena")

Cuando no sepas qué hacer o donde dirigir tu atención, simplemente aquieta tu mente, y si tienes tendencia a juzgar o a condenar algo por malo, recuerda las respuestas de los sabios "Puede ser...", "Esto también pasará", "Ah, ¿si?"

Antes de que el bebé aprendiera a "señalar" era uno con el Universo. Aún no distinguía nada para ser definido ni juzgado. Es conveniente mantener un equilibrio entre la consciencia de las cosas, formas, objetos, conceptos, sensaciones y todo aquello a lo que delimitamos de una u otra forma y, por otra, la consciencia espaciosa propia del bebé antes de aprender a preguntar "¿qué es eso?", dando lugar a lo que se ha llamado "la exposión del lenguaje" a través de la cual el niño empieza a poner nombre a todo.

El "Yo como objeto", o ego, formaría parte del mundo de los objetos, y no parece que nadie sea capaz de deshacerse de él completamente, ni es necesario; se trataría más bien de reforzar la identidad del ser sin límites, o sea, del "Yo como consciencia plena" formando un contrapeso con los residuos de aquel.

 

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