jueves, 4 de septiembre de 2014

La experiencia de Eckhart Tolle


Parece ser que Eckhart Tolle culminó, con una excelente calificación, su grado en Lengua y Literatura en la Universidad de Londres.

Tras este logro, se pasó un año en el que no hizo nada y durante el cual sufrió mucha ansiedad, más ansiedad que nunca, con ideas de suicidio ocasionales.

Una noche, en este periodo de su vida, con 29 años, hizo un cambio psicológico de la noche a la mañana, un cambio tras el cual se empezó a sentir en paz, libre de los padecimientos del estado de ánimo que le habían estado atormentado con anterioridad.

Yo descartaría un proceso de disociación en este caso por la sencilla razón de que no existe ningún distanciamiento de la realidad; Eckhart Tolle parece haber estado en todo momento muy consciente de todos sus procesos psicológicos, desde un estado de aceptación, incluido el "cuerpo-dolor".

Para empezar, es evidente que tras un proceso inconsciente, alimentado por su gran inteligencia, fue capaz de renunciar a algo importante para él hasta ese momento. Consecuentemente vivió una liberación al dejar de estar tan angustiado por su conflicto interior. 

Posteriormente fue construyendo una visión de lo que le había ocurrido, una visión basada en las enseñanzas y lecturas de maestros espirituales, y elaboró en los años siguientes una explicación que encajaría con lo que se suele denominar, en ciertos sectores, el despertar espiritual.

Mirándolo desde un punto de vista psicológico, me da la impresión de que Eckhart Tolle siempre defendió con tenacidad su autenticidad, hasta el punto de negarse a ir al colegio a partir de los 13 años, algo que odiaba. Pero a la vez siempre mostró intensos deseos de saber.

Se preparó por su cuenta y llegó a poder matricularse en la Universidad de Londres finalizando su grado en Lengua y Literatura, como ya hemos dicho, con gran éxito.

Se ve que, a la vez que defendía su integridad y libertad interior con uñas y dientes, albergaba el deseo de dar satisfacción a sus padres con el éxito académico y en la vida en general.

Tal vez renunció al deseo de satisfacer las expectativas paternas (o maternas) y se entregó de lleno a la tarea de desentrañar el misterio de la vida.

Echemos un vistazo a "Resignación; el recurso a la libertad" de Karen Horney (Madurez y Neurosis)

"La tercera solución mayor de los conflictos interiores consiste esencialmente en la retirada del neurótico del campo de batalla interior, declarando que no le interesa. Si puede lograr y mantener una actitud de indiferencia, se siente menos turbado por su conflictos interiores y puede obtener una semblanza de paz interior. Como sólo puede hacer esto renunciando a la vida activa, la "resignación" nos parece el término apropiado para esta solución. Es la más radical de todas las soluciones y, por lo tanto, frecuentemente produce condiciones que permiten un buen funcionamiento.

La gente desapegada y resignada puede ser poco práctica, inerte, incapaz y difícil de tratar a causa de su actitud de desafío ante la influencia y la intimidad, pero posee, en grado mayor o menor, una sinceridad esencial, una inocencia en sus más íntimos pensamientos y sentimientos, que no se deja corromper por el atractivo del poder, del éxito, del halago o el "amor".

Primero vimos que las evasivas y restricciones eran puestas al servicio de la integración. Luego vimos también que eran determinadas por una necesidad de libertad, sin conocer aún su significado. Ahora comprendemos que necesitan libertad de complicación, influencia, presión, libertad de los hierros de la ambición y la competición, para conservar su vida interior inmaculada"

Yo a estas observaciones de Karen Horney añadiría lo siguiente

El poder de la renuncia siempre está ahí:

Cuando deseamos algo porque lo consideramos muy importante, o indispensable, hacemos todo lo posible por conseguirlo, pero si no lo logramos, nos sentimos desesperados, y pasamos a un estado en el que lo que esperamos es que, lo que necesitamos, nos sea facilitado con ayuda externa; si esto último tampoco se produce, nos sentimos desvalidos.

Cuando ambos sentimientos se combinan, o sea, desesperación y desvalimiento, se queda el organismo cuerpo-mente vulnerable a todo tipo de trastornos (George L. Engel, " The giving up-given up" complex)

Sólo la renuncia a aquello que estábamos deseando, o más bien "necesitando", nos puede sacar de esa situación tan propicia a la enfermedad.


Este proceso podría ser acelerado con la práctica de una intensa presencia, pero seguramente debe ser precedido por la consecución de un estado de renuncia a algo que, hasta ese momento, se ha estado deseando con intensidad.

Ahora la pregunta es ¿podemos hacer algo para llegar a renunciar o es un proceso de gracia (inconsciente), con alguna relación con el tiempo transcurrido, factores de la personalidad, etc, proceso semejante al del perdón?

Da la impresión de que la única salida es el crecimiento en presencia; puede que Eckhar Tolle no supiera dar una explicación psicológica de su experiencia, pero logró hacerse, a través de su investigación posterior, con una herramienta muy útil para llegar al mismo resultado.

A Eckhart Tolle le debemos la motivación que nos ha proporcionado para estar presentes y en contacto con la consciencia misma; tenemos que agradecerle sus esfuerzos por liberarnos de los pensamientos inútiles, perjudiciales y constantes que casi llenan el día a día y también tenemos que agradecerle su generosidad de ser transparente, tanto que nos ofrece la posibilidad de comprender los mecanismos psicológicos que probablemente pudieron subyacer a su radical cambio personal.


Rafael San Andrés

3 comentarios:

Unknown dijo...

Muy interesante todo lo que has descrito.

A mi me gusta mucho leerle, creo que aprendo bastante con ello y me viene bien.

Un beso grande.

Rafael San Andres dijo...

Gracias por su comentario, guapa

Un beso igual de grande (o más)

Tramos dijo...

No me pude marchar, continué leyendo y sabes lo mejor?, me animé...probablemente lo entiendas tu más que yo.

Besos de nuevo

tRamos

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