miércoles, 2 de abril de 2014

Reacciones ante la incognoscibilidad del "Yo como agente"


El "Yo como agente" tal y como lo he definido, es lo que somos cada uno de nosotros pero sin la posibilidad de llegar a conocerlo, dada su extrema complejidad y extensión imposible de abarcar.

El famoso imperativo "Cognete ipsum", inscripto en la puerta del templo de Apolo en Delfos resultaría una recomendación que nadie puede cumplir.

Este vacio e impotencia provocado ante la imposibilidad de conocernos ha dado lugar a distintas reacciones.

Un primer intento de saber quien somos lo hacemos todos, ya desde niños, a través de todo aquello con lo que nos vamos identificando. Es evidente que la realidad de lo que somos está muy lejos de la autoimagen, autoconcepto y todas las ideas que tenemos de nosotros mismos; todo ello condicionado por las experiencias de interrelación personal que hemos ido teniendo desde la cuna y por fantasias reforzadoras de la autoestima. Lo que formamos con estos "esfuerzos" es una minúscula parte de lo que realmente somos, es decir, del "Yo como agente". Por lo tanto, la fabricación que hacemos cada uno de nosotros, de nosotros mismos, resulta una distorsionada e ilusoria caricatura; esto último es la creación del "Yo como objeto" o ego, un yo carente de toda sustancialidad, el cual no es más que una herramienta social que nos proporciona un falso yo.

El mundo de la ciencia, a través de las ciencias de la conducta, ha establecido tipos de personalidad, rasgos, estadios evolutivos, tests que pretenden medir diversos componentes de la personalidad, asi como la inteligencia; existen muchas escalas con la intención de determinar los rasgos de cada uno, medios de diagnóstico a través de manuales y aparatos muy sofisticados. En fin, la ciencia ha hecho verdaderos esfuerzos para determinar cómo somos, valiéndose siempre de teorias más o menos compartidas y entrevistas en profundidad. Huelga decir que estos esfuerzos se verán superados en el futuro con nuevas teorias y mejores medios diagnósticos, y es razonable pensar que nunca se podrá llegar a un punto inmejorable en las capacidades de la Ciencia para decir cómo somos hasta el punto de poder pronosticar nuestro destino. Esta es la imposible respuesta de la ciencia ante la incognoscibilidad de lo que somos, o sea, del "Yo como agente". Al dar la Ciencia, por necesidad, una respuesta parcial e incompleta a lo que busca en el caso que nos ocupa, sus resultados siempre serán medio-verdades en medio de grandes "lagunas", todo los cual haria que el "veredicto" final fuera una distorsión de una verdad que nunca sería capaz de establecer.

La sabiduria de Oriente, que abraza la doctrina advaita, enfrentada con el mismo problema, ha intentado dar una solución, basándose en experiencias de meditación profunda, en las que desparecen aparentemente (como lo podría experiementar alguien bajo el efecto de ciertas sustancias) las diferencias entre uno mismo y  lo que sería "lo otro" en un estado de consciencia habitual; se predicaría, por tanto, la creencia en la existencia de una fusión tal, con lo que nos rodea y con otras personas, que llega a afirmar que todo forma parte del mismo Ser y proclama como evidente la "No dualidad", con lo que se ahorra el esfuerzo de reconocer el agente que somos, ya que todos seríamos la misma unidad con todo el Universo, por lo que no habria nada que decir de nadie en particular. La sabiduria de Oriente tendería a negar la individualidad, el "Yo como agente", u organismo cuerpo-mente, el cual no podemos conocer, aunque por otra parte tampoco podemos negar que está ahí.

Ultimamente, en esta parte del mundo, ha habido un intento por parte de la Filosofia de dar una solución al problema que nos ocupa; una solución que, aunque no comparte la visión oriental, llega a la misma conclusión de que "no somos nadie". Tal y como viene a decir Thomas Metzinger "La idea de que somos alguien es ilusoria, es la percepción transparente de un modelo de nosotros mismos creado en el cerebro; asi que, siendo un proceso, no hemos nacido y por lo tanto tampoco podemos morir". Tal vez habría que añadir aqui la idea postmoderna del constructivismo que no acepta ninguna verdad absoluta; ¿tampoco existe el constructivista? o también sería algo que se construye a sí mismo...?

Para resumir, estos son los cuatro intentos de "solución" que nos ofrece nuestra experiencia personal, la Ciencia, la Sabiduria oriental y la Filosofia actual al irresoluble problema de que no podemos negar que somos alguien, pero alguien a quien no podemos nunca llegar a conocer.

Vean ustedes a continuación una posible explicación a la resistencia tan fuerte a aceptar la incognoscibilidad del "Yo como agente"
http://www.youtube.com/watch?v=bOfXBHB6M7w

1 comentario:

Esther dijo...

Hola Carlos Ignacio:
Yo tambien creo q somos unidad en esencia, pero venimos aquí a interpretar un papel. Yá lo dijo Calderón de la Barca; " La vida es un teatro, a unos les toca el papel principal y a otros el secundario".
Un abrazo.

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