Parece ser que la sensación de los límites del yo tienen que ver con el ámbito en el que creemos que actúa una cierta capacidad de control, " autoimagen y auto-concepto" y todo lo que es "mío".
Es de prever que si uno no siente que tiene capacidad de control sobre su ambiente, quedará reducida su sensación del yo a los fenómenos intrapsíquicos ("Yo como objeto", ego, pequeño yo)
Por el contrario, una persona que se ve capaz de influir en su medio ambiente gozará de mayor autoestima y sus límites del yo no serán tan rígidos como en el caso anterior y sus límites se establecerán a partir de una zona que se percibe como incontrolable.
Cuando no se goza de una buena autoestima se produce una necesidad de adquirir más y más de manera insaciable. Esta es una autoestima que depende de lo que vayamos logrando y no es duradera; por eso esta necesidad es insaciable.
Normalmente consideramos que "lo externo" es toda esa parte del Universo que percibimos como algo que no tenemos forma de controlar y la sentimos, por lo tanto, como amenazante.
El crecimiento en presencia sería un proceso a través del cual vamos incorporando a la sensación del yo un espacio cada vez mayor de Universo.
Al fin y al cabo, el Universo está ahí porque lo percibimos con nuestros sentidos y es la consciencia la que lo engloba en su totalidad, tanto las partes que creemos que controlamos como las que no.
Amar es sentir la unidad con todo (controlable e incontrolable). La identidad con todo, continente (consciencia) y contenido (el mundo siempre cambiante, deficitario, desafiante e insatisfactorio de los objetos)
Cuando uno se rinde al presente, de alguna forma quiere decir que se deja controlar, o que deja que sea el Universo quien controle su mente, y así puede identificarse con la totalidad, abarcando esa parte del Universo que no controla.
Su identidad queda expandida a todo el Universo.
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