La rabia te mantiene cautivo del pasado y el miedo al futuro no te permite que aprecies limpiamente el presente tal cual es.
Es necesaria la paciencia ante el flujo y reflujo de energía.
A veces la desconfianza es el mayor obstáculo en el camino.
Para seguir practicando es necesario tener la experiencia, no verbal, de la percepción de sí mismo en primera persona y optar incansablemente por la presencia rendida.
La fe es necesaria.
Fe en que, de esta manera, optando por la presencia, el destino, el "yo como agente", con todas sus potencialidades, se desplegará más fácilmente.
Hay que permitir que las energias emergentes realicen su trabajo. No todo depende de nosotros.
Uno puede darse cuenta de su avance comprobando que está ahí, cada vez más, para los demás; pero no como figura, sino como fondo.