La aceptación de ese dolor me puede liberar de todo aquello que no acepté en su debido momento.
De esa manera dejo de estar en deuda con el pasado, por lo que puedo vivir más plenamente el presente.
Tal vez a continuación surja el miedo, un miedo que debe ser aceptado y disuelto en la consciencia, para poder seguir espontaneamente los designios del espíritu.
¿Y qué pasa cuando uno se ve sobrepasado por la infelicidad?
En esas condiciones, lo que le apetece a uno es dejar de pensar y dormir.
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